Los pueblos pueden estar heridos de muerte pero jamás rendidos por completo.
Quienes nos impusieron hace años los peyorativos de naciones emergentes o en vía de
desarrollo lo hicieron con el afán de separarnos y aislarnos de las mesas de
decisiones y discusiones de ese nuevo orden global que se gestaba.
Son los mismos que hoy nos imponen el miedo a través de construcciones sociales eficientes
como la crisis económica y el default. Son los mismos que años atrás sembraron
el terror en los pueblos que se dispusieron a luchar y reclamar derechos, a
exigir ser incluidos, reconocidos y respetados en su diversidad.
Miedo:
m. Angustia por un riesgo o daño real o imaginario. Real Academia Española
Aquellos, los poderes facticos, son los que años después asestaron un duro golpe a los
sectores populares imponiendo severos ajustes económicos con resultados
devastadores que profundizaron la fragmentación social, como si la crisis del
capitalismo se hubiesen originado en las mesas de las barriadas o entre la
clase obrera. Una vez más la operación se había orquestado y consumado bajo un
esquema perfecto para sostener la "macroeconomía" y el flujo de
capital por sobre el estado de bienestar.
Los mismos, con otros rostros y caracterizados en líderes mundiales son los que hoy impulsan
los mayores ajustes de los que se tengan registros. Detrás de ellos existe una
operación aceitada y consensuada de manera cómplice por gobiernos que
enmascaran el despojo, la criminalización de la protesta social, la precariedad
de las fuentes de trabajo y la desinversión en educación, cultura y desarrollo
social como una re-dimensión del gasto público.
Todo ello como consecuencia de acciones criminales impulsadas por la acumulación excesiva de
capital y la concentración de las riquezas en un puñado de nombres, empresas y
conglomerados transnacionales en busca de las riquezas naturales de los
pueblos.
Son ellos, quienes a través de formatos digeridos nos llaman al miedo, al terror, al
engaño, el individualismo y la indiferencia impulsados por grandes maquinarias
mediáticas que nos transmiten en todo momento un cóctel de pesimismo justo para
las almas heridas por la marginación.
Mientras el futuro de los pueblos se dirime en tableros de especulaciones y operaciones
fraudulentas, extensos sectores sociales se sumen en la apatía y la
resignación. En los sótanos el precio del dólar o del barril del petróleo es lo
único que parece importar, mientras las materias primas pierden su valor en una
danza especulativa en donde paradójicamente hay un mundo cada vez con más
hambre.
El trabajo parece caminar a la perfección y el ajuste sigue su curso con una gran dosis de
miedo (solo así se sostiene), pero aquellos dueños de la verdad, dueños de la
producción y dueños del capital parecen olvidar que los pueblos pueden estar
heridos de muerte pero jamás rendidos por completo.
Imagen
ilustrativa: Desocupados
(1934) Autor: Antonio Berni Descripción: Témpera sobre arpillera. 218
x 300 cm. Localización: Colección privada. Buenos Aires
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