Es evidente que los
procesos políticos en América Latina se han complejizando cada día más y
muchos de ellos tomaron ribetes inauditos a espalda de los pueblos que un
tiempo atrás fueron los receptores de la inclusión con justicia social.
Hoy es el turno de Brasil - primera economía de latinoamérica - y el
"proceso" seguido contra la Presidenta constitucional Dilma Rousseff
repitiendo procedimientos como el de Paraguay y el de Honduras antes. Los
acontecimientos, como mínimo oscuros y teñidos de un gran revanchismo
ideológico, llaman a la reflexión a todos los actores sociales y abre una serie
de interrogantes.
¿Cuál es el precio de
incluir a millones de latinos en un proceso económico de redistribución de la
riqueza, generación de empleo y conformación de un estado de bienestar?. La
pregunta debe ser acompañada de una profunda reflexión sobre los errores que
cometieron esos procesos populares y así comprender por qué no se pudo
profundizar en políticas económicas de expansión y reforzamiento institucional.
En Brasil con el
nombre de #impeachment subieron a una especie de circo romano cientos de
legisladores brasileños sospechados e investigados por casos de corrupción, buscando
mediante la demagogia, limpiar su extenso prontuario.
Allí, aunque lo
disfracen de proceso constitucional, han desoído la voluntad popular manifestada
en elecciones democráticas.
Ahora será tiempo
otra vez del pueblo, aquel que no se someterá a ningún proceso inconstitucional
para tomar el poder sino que militará y se acercará a las urnas para elegir a
sus representantes más allá de los poderes fácticos y aprendiendo de los
errores.
Más allá de quienes
utilizando los colores de una nación y valiéndose de instituciones moldeadas a
sus necesidades coyunturales y cobijados en el poder de medios de comunicación
destituyentes intentarán una vez más someter.
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